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Siempre verde, siempre vivo: Glafiro Alanís Flores

La vida y obra del doctor Glafiro Alanís Flores (1944-2018) es reconocida este 25 de enero, Día del Biólogo. El Profesor Emérito de la UANL dedicó casi medio siglo a la docencia universitaria, al estudio y la divulgación de las plantas nativas, y a la educación ambiental en Nuevo León.

Glafiro José Alanís Flores, formador incansable de la materia y cuyo estandarte siempre fue su alma máter, la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Doctor en Ciencias con especialidad en Botánica, Alanís Flores será recordado por siempre como un hombre comprometido con la sociedad y su entorno.

Con su partida, el pasado 5 de enero, deja un legado dentro y fuera de las aulas, pues además de sus contribuciones en la UANL, llevó su pasión por la naturaleza al resto de la sociedad mexicana.

“Glafiro fue una persona que dedicó todo el tiempo de su vida a la Universidad, él vivía de y para la Universidad”, aseguró Rocío Amezcua Llerenas, viuda del Profesor Emérito de la UANL.

“Todo el mundo decía que tiene puesta la camiseta y yo le decía ‘tú no la tienes puesta, tú la tienes tatuada’, pues la Universidad era su máximo; enseñar y transmitir a los alumnos sus conocimientos fue lo máximo”, agregó Amezcua Llerenas.

Oriundo de la ciudad de Allende, Nuevo León, Glafiro Alanís Flores nació el 25 de mayo de 1944. El amor por los recursos naturales se debe a su padre, José Alanís Marroquín, quien se desempeñó como agricultor y comerciante.

“Le fascinaba que lo llevaran a la molienda; cortaba la caña en cubos y luego sacaba el piloncillo que su papá vendía”, recordó Rocío Amezcua.

Tras expresarle a su familia la inquietud de “estudiar plantas”, Glafiro Alanís ingresó en 1959 a la Preparatoria 1, en Colegio Civil. En 1967 obtuvo su título de biólogo en la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Posteriormente, cursó la Maestría en Ciencias con especialidad en Botánica en el Colegio de Postgraduados de la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, la cual concluyó en 1970. Ahí llegó por invitación de quien pasó a ser su maestro y tutor, Efraím Hernández Xolocotzi, reconocido etnobotánico mexicano.

Por 48 años, el doctor Glafiro Alanís se mantuvo activo en la UANL y en ese mismo tiempo se dedicó a compartir sus conocimientos a todo aquel que lo llamara.

“En el nombramiento del Parque Nacional Cumbres en Monterrey, Glafiro dio un discurso para el Presidente de la República y hasta él quedó encantado con sus pláticas.

“Me acuerdo que esa vez le comentó el presidente (Ernesto) Zedillo ‘Oye, Glafiro, realmente hoy aprendí contigo’, me dio risa porque le dije ‘hasta educaste presidentes’”, recordó Rocío Amezcua.

Desde platicar con niños de nivel preescolar hasta conversar con amas de casa, Glafiro Alanís dedicó sus días en educar a la sociedad sobre la importancia de las plantas y la conservación del medio ambiente.

“Fue un investigador, pero decía que el conocimiento había que hacerlo llegar a todas las personas”, agregó Amezcua Llerenas.

 

Pionero de la formación forestal en la UANL

Tras concluir su maestría en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, Glafiro Alanís regresó a la Facultad de Ciencias Biológicas como profesor de tiempo completo y después como secretario académico.

En su camino por la Institución, Alanís Flores fundó el Centro de Investigaciones Biológicas, el cual dirigió hasta el año de 1981, cuando por instrucciones del entonces Rector de la UANL, Alfredo Piñeyro López, fue transferido a Linares.

En el sur del Estado, el biólogo fue asignado como coordinador del Instituto de Silvicultura y Manejo de Recursos Naturales Renovables, hoy Facultad de Ciencias Forestales.

“Él me invitó a participar con este proyecto junto con otros colegas que actualmente somos maestros aquí, en la Facultad de Ciencias Forestales“, señaló el doctor César Cantú Ayala, profesor e investigador de la UANL.

“En aquel entonces el Instituto, que se formaba con la participación de la Agencia Alemana de Cooperación Técnica, involucró a distintos profesionistas, doctores en manejo de recursos naturales de nacionalidad inglesa, alemana y holandesa”, agregó el exdirector de la Facultad de Ciencias Forestales.

Con la gestión del doctor Alanís Flores, un grupo de alrededor de 25 becarios de la UANL viajaron al extranjero para estudiar una maestría y, posteriormente, reincorporarse a la Facultad de Ciencias Forestales para impartir clases y generar conocimiento.

“Los primeros becarios salimos en abril de 1983 y, para 1988, retornamos los primeros profesores”, aseguró Cantú Ayala.

“Muchos maestros no solamente estudiaron en Alemania, sino también en Australia, Inglaterra, Estados Unidos, Francia y, actualmente, seguimos como profesores de esta Facultad”, agregó.

En dos años, el doctor Alanís Flores logró integrar el capital humano y la infraestructura necesaria para desarrollar investigación y convertir el Instituto de Silvicultura y Recursos Renovables en Facultad, en 1983.

Para 1987, Glafiro Alanís Flores fue nombrado Director de la Facultad de Ciencias Forestales, la cual dirigió por seis años.

“Quienes formamos parte de esta escuela, aprendimos mucho del doctor Glafiro; de todo el apoyo y visión que nos brindó”, señaló su alumno de los años 80.

En su trayectoria como director, Alanís Flores estuvo acompañado por la doctora Susana Favela Lara, otra exalumna, que seleccionó como becaria para estudiar la maestría en Inglaterra e incorporó posteriormente en su equipo de trabajo como subdirectora académica.

“Él tenía muy claro que lo primero que necesitábamos era formar estudiantes y que toda la parte del sur de Nuevo León y otros estados cercanos consolidaran la carrera para apoyar al análisis y cuidado de nuestros bosques”, señaló Susana Favela, profesora e investigadora de la UANL.

“Hacíamos mucho trabajo a nivel municipal para que la gente se viniera a estudiar. Íbamos a los ejidos, a Galeana, Aramberri, para hacer campaña, traer estudiantes y justificarnos ante la Universidad”, precisó la doctora en Biología Molecular.

Entre las contribuciones del doctor Glafiro Alanís en la Facultad de Ciencias Forestales destaca el Jardín Botánico “Efraím Hernández Xolocotzi”, fundado en 1986.

“Se formó el jardín botánico con la intención de que la gente de la región fuera y conociera el recurso. Nos mandaba traer todo tipo de plantas para llevarlas al jardín, plantarlo y que se desarrollara para que la gente lo visitara y fuera consiente.

“Hicimos áreas de plantas de diferentes tipos para poder empezar a introducir otros conceptos, que no eran meramente forestales”, explicó Favela Lara.

En 2003, el doctor Glafiro Alanís Flores fue nombrado Profesor Emérito de la Universidad Autónoma de Nuevo León por la Facultad de Ciencias Forestales.

 

Cómplices del medio ambiente

No importaba la hora, el lugar o día de la semana, el doctor Glafiro Alanís vivía por y para la naturaleza. Como su cómplice, su esposa Rocío Amezcua siempre lo acompañó en sus labores académicas, de educación ambiental y sociales, a lo largo de dos décadas, desde que se conocieron en el año de 1997.

“Yo soy politóloga, pero Glafiro fue mi mejor maestro de biología. Cuando me casé con Glafiro comencé a aprender y amar a la naturaleza.

“Fue tal mi apego a Glafiro, que a veces él se ponía afónico y yo seguía con su charla. Íbamos con las amas de casa y yo daba ciertas sugerencias”, aseguró Rocío Amezcua.

Desde impartir clases a los estudiantes, platicar con adultos, hacer trabajos de reforestación, obtener información para generar investigación y asistir a reuniones, el doctor Glafiro Alanís siempre contó con el apoyo y presencia incondicional de su esposa.

“A veces eran las 11 de la noche y seguíamos trabajando en algún proyecto; trabajábamos de lunes a domingo, ahí no había descanso. En la Universidad lo apoyaba dando clases como adjunta.

“Glafiro y yo éramos uno. Yo iba a donde él me llevara, era muy ameno viajar con él todo el tiempo. Fuimos cómplices en el medio ambiente, cómplices con todo”, dijo Amezcua Llerenas.

 

Fiel defensor de las especies nativas

Promover el uso de plantas nativas fue una de las tareas con la que trabajó, hasta el último día, el doctor Glafiro Alanís.

Desde sus inicios como profesor e investigador, el biólogo pugnó por la reforestación y conservación de plantas que se adaptan al medio y las cuales necesita la fauna silvestre.

Fue a partir de los años 90 cuando Alanís Flores promovió con mayor ímpetu el uso de las plantas nativas para fines ornamentales.

Apenas retomó sus actividades en la Facultad de Ciencias Biológicas y desde el Departamento de Ecología, Glafiro Alanís inició un movimiento intelectual para recordar a la sociedad la importancia de las plantas nativas.

“Durante muchísimos años estuvimos pugnando por el uso de las plantas nativas. Después de 20 o 25 años de lucha constante, hoy la gente entiende lo que es la planta nativa”, explicó Rocío Amezcua Llerenas.

En la actualidad, el Estado cuenta con grandes viveristas que se dedican a la producción de plantas nativas, jóvenes formados por el maestro Glafiro, a quienes transmitió el amor por las mismas.

Además de contar con el apoyo de su esposa, Glafiro Alanís trabajó siempre de la mano de su exalumna, colega y amiga, Susana Favela, con quien coincidió nuevamente en 1994 en el Departamento de Ecología de la Facultad de Ciencias Biológicas.

Ambos investigadores trabajaron conjuntamente en el tema, a través de proyectos de concientización que impulsaron dentro y fuera del aula. Incluso, platicaron con arquitectos de la región para enseñarlos a utilizar las plantas nativas en sus trabajos.

“Estábamos en el cubículo los dos otra vez. Siempre estuvimos participando de manera bastante cordial y yo siempre lo tomé como mi mentor.

“En la parte ornamental trabajábamos para que la ciudad empezara a incluir las plantas nativas. En todas partes estábamos ahí, siempre me decía que había que participar, preparar conferencias, ir a congresos y hacer proyectos”, precisó Susana Favela.

Otras de las contribuciones destacables de Glafiro Alanís a la mejora del medio ambiente son los proyectos de reforestación en diferentes regiones del país, especialmente en Nuevo León, Chihuahua y Quintana Roo.

Además, colaboró en el rescate del Parque Lago en Monterrey, en el rescate del Ojo de Agua en Escobedo y en la defensa del Cerro del Topo Chico.

Por su labor, fue Presidente de la Asociación Mexicana de Arboricultura de la delegación Noroeste y Presidente de la Comisión de Reforestación Urbana del Consejo Estatal de Flora y Fauna Silvestre de Nuevo León.

También recibió reconocimientos como el Premio Estatal de Ecología, en 2003; el reconocimiento de Arboricultura, en 2013; la Medalla al Mérito Ecológico Monterrey, en 2016; así como premios internacionales y reconocimientos académicos.

Algunos de sus libros más conocidos son Flora nativa ornamental para el área metropolitana de Monterrey (2003) y El valor de nuestras plantas (2007); igualmente, creó una serie de artículos científicos publicados en revistas nacionales e internacionales.

 

Deja un legado de vida

“La obligación de quienes lo conocimos y tratamos, no solo como alumnos, es seguir con esta labor sobre el cuidado del medio ambiente, el cuidado de nuestra flora nativa”.

Con estas palabras, Rocío Amezcua dio testimonio del compromiso que representa el haber formado parte de la vida de Glafiro Alanís y mantener vivo su legado intelectual.

“Glafiro fue un ser maravilloso. Era una persona muy humilde, una persona que siempre supo cuál era su lugar, una persona muy tratable”, sentenció su compañera a lo largo de 20 años.

Como biólogo, docente, amigo, investigador, colega, esposo o papá, el doctor Glafiro Alanís permanecerá en la memoria de cientos de personas que lo ven como un ejemplo.

“Fue una persona muy empática, muy alegre; transmitía optimismo y fue un buen amigo de todos. Siempre tenía una palabra de apoyo, veía mucho por los jóvenes, siempre apoyándolos.

“‘Él nos enseñó a vincularnos con las autoridades para aportar de nuestro conocimiento y hacer notar la importancia de los recursos naturales que existen en el Estado”, aseguró el doctor en zoología, César Cantú.

Para la doctora Susana Favela, transmitir la obra intelectual de Glafiro Alanís será una tarea que asumirá como colaboradora del Departamento de Ecología, donde ahora ella ocupa su lugar.

“Mi trayectoria académica, esos brincos importantes que di en mi vida fue porque sabía que él estaba atrás y estoy agradecida de haber tenido la oportunidad de estar con él bastantes años.

“Todo ese legado que yo tengo de Glafiro, la manera en que aprendí a dar clases, la manera en que aprendí a escribir, a comunicarme con el estudiante, es en realidad la transmisión de lo que me dejó Glafiro y pienso que toda esa obra intelectual que deja es mi obligación transmitirla”, puntualizó la académica de la UANL.

Responsable: Prensa