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Celebran devoción gardeleana

En el octogésimo primer aniversario luctuoso del histórico cantante de tango, Carlos Gardel, el Club Amigos del Tango de Monterrey A. C. celebró su gusto por el género musical rioplatense cantando en el Aula Magna.

Como cualquier religión, el gardelismo es una devoción que se cultiva entre adeptos que comparten la admiración y la fe; en este caso por Carlos Gardel. El gardelismo es justo lo que detentan en comunión los miembros del Club Amigos del Tango de Monterrey A.C. por El zorzal criollo, El morocho del Abasto, El mudo, que nació en Toulouse, Francia en 1890; aunque hay quien dice que nació en Tacuarembó, Uruguay, y murió un 24 de junio de 1935.

El 22 de junio −dos días antes de la fecha exacta de su aniversario luctuoso−, como acostumbran hacerlo cada año desde 1977 que nació el club los tangueros regiomontanos, los fieles recordaron al cantor cantando sus tangos más conocidos en el Aula Magna del Colegio Civil Centro Cultural Universitario.

Ellos iban de vestir: saco, pantalones holgados y zapato bajo. Sólo un par de caballeros llevaba chambergo y lengue (sombrero y pañuelo tangueros). Ellas, casi todas, usaron vestidos de noche.

El programa del concierto, “Homenaje a Carlitos”, decía que Enrique ‘Che’ Lenci sería el primero en cantar. Escogió el tango Garufa, pero le adaptó la letra para evocar a la Plaza Santa Isabel (Madero entre 20 de Noviembre y Xicoténcatl), donde los miembros del Club se reúnen jueves para cantar y viernes para bailar el género que Gardel convirtiera en canción, Juan D’Arienzo en baile y Osvaldo Pugliese en un compás inconfundible.

Después, Conchita Parra cantó el tango-queja Celosa. Enseguida, Roberto Reyna, quizá el mejor maestro de tango de la ciudad, bailó el tango Recuerdo. Jesús Mata cantó Milonga para Gardel; en el siguiente tango, invitó a su esposa, Lupita Mendoza, y juntos cantaron Historia de un amor.

El sexto tango de la velada fue la inmortal Cumparsita, que bailaron Jorge y Yareli. Luego cantó María Luz Vázquez el tango Carita de cielo; y Lupita Mendoza Cuando el amor muere.

Regresó María Luz para cantar, junto a su esposo, Carlos Vázquez, Qué tango hay que cantar. En el escenario permaneció Carlos Vázquez, pues cantó el clásico de Agustín Lara Arráncame la vida.

En el tercer dueto de la noche, Egusky De Ondis y la presidenta del Club, Norma Aurora Canto, interpretaron El día que me quieras, obra del famoso dueto Gardel-Le Pera. De Ondis no dejó el micrófono, pues como solista cantó El último café. El siguiente terma fue el más coreado de la noche, pues una pareja de esposos bailaron el tango Burdeos, acompañados de su hija, Aranza, sujetada con un poncho al pecho de su madre.

El décimo cuarto tango fue Por una cabeza, también del mítico par Gardel-Le Pera, y lo cantó José Manual Tamez. Luego, Bety Rangel cantó Vieja huella; y Juan de Dios Dávila el tango Uno.

El maestro Roberto Reyna regresó al escenario para milonguear con cortes y quebradas (pasos de tango) una coreografía de El tango. En la parte cómica de la noche, Norma, la guía de los partidarios del tango, interpretó el sainete en forma de tango La corbata roja punzó.

Carlos Paredes y Ruth Mendoza cantaron Caminito y, ya sin su pareja, Peredes despidió el concierto cantando Salud, dinero y amor, clásico de Sciamarella.

Para despedirse, y como ya se hizo costumbre en la peña desde hace décadas, todo el elenco entonó al unísono el Himno del Club del Tango.

Responsable: Prensa UANL